viernes, 30 de enero de 2009

Cambios

Algunas razones por las que me gusta el paso del tiempo:

Porque 2000 kilómetros de distancia y varios meses sin hablar mucho pueden resumirse en una
tarde. Porque unas vueltas en auto pueden lograr una charla seria y profunda, por más que tengas que vigilar todo mientras manejás. Porque pasar enfrente de una casa puede hacernos pensar en miles de cosas de nuestra infancia, esa que vivimos juntos. Porque una caminata en la playa con el viento llenándonos de arena no nos molesta para hablar de nuestro pasado. Porque te sentís perfectamente cómodo con mi espontaneidad y esa manía que tengo de largar preguntas directas. Porque el silencio entre un par de tazas de café, galletitas y una película terminando no nos es incómodo. Porque nos acordamos de las bombitas de agua, de tus tías, de ese amigo tuyo que "me odia", de aquellos besos a escondidas, de tus problemas y mis histerias, de esas cosas que antes te costaba tanto hablar, de nuestras cicatrices, de los abrazos, de las largas llamadas telefónicas con risa o llanto de por medio, de los miedos, de aquella vez que te miré con cara de "¿qué estás haciendo?" cuando aún eras chico, de los silencios, de lo que sentíamos, de lo que dejamos de sentir, y de lo que ahora sentimos pero diferente. Porque sin importar que las cosas hayan cambiado tanto en vos como en mí, tus ojitos llorosos aún hacen que enseguida te dé un abrazo y un beso en la frente. Porque, como dijiste hace tiempo, nos queremos demasiado. Si eso es posible.


And it's such a miracle that you and me are still good friends
After all that we've been through

miércoles, 21 de enero de 2009

Reclamo Semanal

Odio:

Quedarme hasta las 6 am por querer ver House (pese a que son capítulos repetidos) y al otro día levantarme a cualquier hora. O tener que levantarme temprano para darle de comer a la gata y comprobar que no se haya comido a la tortuga, aprovechar a desayunar y a tirarme en la cama a mirar tv, y después terminar durmiendo una siesta de 5 horas.
Que rompan las pelotas(!) con el teléfono desde las 9 de la mañana, cuando saben que justamente no quiero que me rompan por estar en modo antisocial. Que sabiendo esto, llamen cada hora y media, a pesar de que no contesto (-"Si es urgente llámenme al celular", digo yo. Y en mi celular no hay siquiera un mensaje...). Y que, a pesar de que no contesto, vengan hasta mi casa y toquen el timbre justo cuando me estoy bañando; y yo lo lamento mucho pero no voy a romperme la cabeza (otra vez) por salir corriendo de la ducha a ver quién es.
Que en la casa de mis viejos haya que hacer malabares para que se nivele la temperatura del agua de la ducha, y que no termines pelándote con el agua caliente o congelándote con el agua fría.
Que nadie se digne a limpiar los pelos que quedan en la rejilla, sus pelos. Y si extrañamente llegan a encontrar uno mío (fáciles de identificar por ser los únicos colorados) me armen quilombo, y me digan que en mi casa hago lo mismo. Está bien, en mi casa no siempre los limpio, pero porque no hay nadie más a quien pueda molestarle!
Quedarme sin desodorante justo el único día de la semana que tengo que salir.
Olvidarme que en mi computadora sigo teniendo la hora de Buenos Aires, y pensar que llego tarde a todos lados. Bueh... aunque tampoco es que ser impuntual me saque de quicio (quienes me rodean ya me conocen lo suficiente).
La gente vueltera, los "no sé", los "vamos a ver", los "como quieras", y demás expresiones dudosas, que hacen que mi cara se transforme al grito de "Ok, sí o no?".
Y hoy odio, más que nada, tener que ir a la casa de familiares poco divertidos a los cuales no veo mucho (sola, claro, porque mis viejos se fueron de vacaciones), cuando sé que no sólo voy a aburrirme, sino que van a preguntarme sobre la universidad, teniendo que comerme una perorata de dos horas con preguntas tan simpáticas como "¿Cuánto te falta para recibirte?", "¿Por qué año vas?", "¿Cuántas materias sacaste?", mientras intento no agarrar una botella de vino, partirla contra el borde de la mesa, y amenazar a cualquier persona que se me acerque a "darme consejos".


Mi papá dice que tengo alma de sindicalista, y me mira con cara rara.
Mi mamá dice que si me llego a meter en un partido me mata, y me mira con cara acusadora.
Yo digo que debo ser adoptada, porque en la familia no hay nadie que piense igual que yo.
Mi perfil poco agraciado, mi miopía y mis caderas anchas dicen todo lo contrario.

SERENITY NOW!!!

martes, 13 de enero de 2009

Emotional Landscapes



You don't have to speak,
I feel.

Emotional landscapes,
They puzzle me - confuse,
Then the riddle gets solved,
And you push me up to this

State of emergency,
How beautiful to be,
State of emergency,
Is where I want to be.



Video oficial dirigido por Michel Gondry, sin sonido gracias a Youtube censurador(!).

domingo, 4 de enero de 2009

Martes 1º de agosto de 1944

Querida Kitty:

"Un amasijo de contradicciones" son las últimas palabras de mi carta precedente y las primeras de ésta. "Amasijo de contradicciones". ¿Puedes explicarme lo que es exactamente? ¿Qué significa contradicción? Como tantas otras palabras tiene dos sentidos: contradicción exterior y contradicción interior.
El primero es fácil de explicar: no plegarse a las opiniones ajenas, saber, mejor que el otro, decir la última palabra, en fin, todas las características desagradables por las cuales se me conoce muy bien. Pero en lo que concierne al segundo, casi nadie me conoce, y ése es mi secreto.
Ya te he dicho que mi alma está, por así decir, dividida en dos. La primera parte alberga mi hilaridad, mis burlas, con cualquier motivo, mi alegría de vivir y, sobre todo, mi tendencia a tomarlo todo a la ligera. Por eso no me fastidian los flirteos, un beso, un abrazo o un chiste inconveniente. Esta primera parte está siempre en acecho, rechazando a la otra, que es más hermosa, más pura y más profunda. La parte hermosa de la pequeña Ana nadie la conoce, ¿verdad? Por eso son tan pocos los que me quieren de veras.
Desde luego, puedo ser un payaso divertido durante una tarde, tras lo cual todo el mundo me ha visto lo suficiente para un mes por lo menos. Por ejemplo, una película de amor representa exactamente lo mismo para las personas profundas, una simple distracción de una velada, que se olvida bien pronto. No está mal. Cuando se trata de mí, sobra el "no está mal". Es aún algo peor. Me fastidia decírtelo. Pero ¿por qué no he de hacerlo, si sé que es la verdad? Esta parte que toma la vida a la ligera, la parte superficial, sobrepasará siempre a la parte profunda y, por consiguiente, será siempre vencedora. Puedes imaginar cuántas veces he tratado de rechazarla, de asestarle golpes, de ocultarla. Y eso que, en realidad, no es más que la mitad de todo lo que se llama Ana. Pero no ha servido de nada, y yo sé por qué.
Tiemblo de miedo de que todos cuantos me conocen tal como me muestro siempre descubran que tengo otra parte, la más bella y la mejor. Temo que se burlen de mí, que me encuentren ridícula y sentimental, que no me tomen en serio. Estoy habituada a que no me tomen en serio, pero es "Ana la superficial" la que se ha habituado y quien puede soportarlo; la otra, la que es "grave y tierna", no lo resistiría. Cuando, de veras, he llegado a mantener a la fuerza en el proscenio a "Ana la buena" durante un cuarto de hora, ella se achica en cuanto hay que elevar la voz y, dejando la palabra a Ana número uno, desaparece antes de que yo me dé cuenta.
"Ana la tierna" nunca ha aparecido, pues, ante el público, ni una sola vez; pero, en la soledad, su voz domina casi siempre. Sé con exactitud cómo me gustaría ser, puesto que lo soy... interiormente; pero ¡ay!, soy la única que lo sabe. Y ésta es quizá, no, es, seguramente, la razón por la cual yo llamo dichosa a mi naturaleza interior, mientras que los demás juzgan precisamente dichosa mi naturaleza exterior. Dentro de mí, "Ana la pura" me señala el camino: exteriormente, sólo soy una cabrita desprendida de su cuerda, alocada y petulante.
Como ya te he dicho, veo y siento las cosas de manera totalmente distinta a como las expreso ante los demás; por eso me denominan, alternativamente, volandera, coqueta, pedante, y romántica. "Ana la alegre" se ríe de eso, responde con insolencia, se encoge indiferente de hombros, pretende que no le importa; ¡pero ay!, "Ana la dulce" reacciona de la manera contraria. Para ser completamente franca, te confesaré que eso no me deja indiferente, que hago infinitos esfuerzos por cambiar, pero que me debato siempre contra fuerzas que me son superiores.
Una voz solloza dentro de mí: "Ya ves; ya ves adonde has llegado: malas opiniones, rostros burlones o consternados, antipatías, y todo eso porque no escuchas los buenos consejos de tu propia parte buena". ¡Ah, cuánto me gustaría escucharla! Pero eso no sirve de nada. Cuando me muestro grave y tranquila, doy la impresión a todo el mundo de que interpreto una comedia, y enseguida recurro a una pequeña broma con el fin de zafarme; para no hablar de mi propia familia, que, persuadida de que estoy enferma, me hace engullir tabletas contra las jaquecas y los nervios, me mira la garganta, me tantea la cabeza para ver si tengo fiebre, me pregunta si estoy constipada y termina por criticar mi mal humor. Ya no puedo soportarlo: cuando se ocupan demasiado de mí, primero me vuelvo áspera, luego triste, revertiendo mi corazón una vez más con el fin de mostrar la parte mala y ocultar la parte buena, y sigo buscando la manera de llegar a ser la que tanto querría ser, lo que yo sería capaz de ser, si... no hubiera otras personas en el mundo.

Tuya,

Ana.


- Ana Frank, El Diario de Ana Frank -

Music Is My Aeroplane

En mis oídos ahora suena...

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